Ecos de Samadhi – Volumen 1: La vida como juego sagrado

Quiero empezar este escrito con humildad.Porque aunque hace años que siento que la vida es un juego,y muchas veces lo he dicho o trabajado con pacientes,hace unos días escuché una conferencia de alguien que sigo hace mucho tiempo,Javier Wolcoff…y algo de lo que compartió me hizo clic profundo porque me lo dijo el universo otra vez,desde otra voz, desde otra frecuencia, y mi alma lo volvió a recordar.

Por eso no vengo a dar una verdad mía,ni a enseñar nada que se me haya ocurrido.

Vengo a compartirte algo que me resonó tan fuerte,que siento que puede ayudarte también a mirar tu día de otra forma.

La vida no es una prueba.

La vida no es castigo.

La vida… es un juego.

Un juego sagrado, profundo, misterioso, a veces desafiante… pero con sentido.

No estamos aquí por error.

Fuimos puestos —o elegimos venir— a este plano para jugar.

No desde la inconsciencia, sino desde el despertar.

Pero claro… no todos somos jugadores conscientes.

La mayoría de las personas vive en automático, reaccionando.

Toman todo de forma personal, como si todo fuera contra ellas.

Y ahí… ya están perdiendo el juego.

¿Por qué?

Porque el verdadero juego no es en contra de los otros.

Es contra la emocionalidad que te domina.

Es contra el miedo que baja tu vibración.

Es contra la inercia de seguir dormido, creyendo que todo esto es solo rutina y supervivencia.

El juego es elevarte por encima de eso.

Y no se trata de ignorar lo que sientes.

Se trata de que tus emociones no te manejen a ti.

Que seas tú quien las observe, las comprenda, y luego elija cómo actuar.

Porque hay algo más profundo…

Y es que cuando vibras bajo, eres fácil de manipular.

Y hay fuerzas —llámalas sistemas, medios, energías, o simplemente sombra—

que necesitan que estés así:

en miedo, en ansiedad, en culpa, en caos.

¿Por qué?

Porque cuando vibras bajo, dejas de elegir.

Reaccionas, te desconectas, y cedes tu poder.

Entonces el verdadero juego es este:

Ganar emocionalmente.

Elevar tu frecuencia.

Volver a ti.

Y no perderte en lo que el mundo grita.

Por eso, cada vez que te preguntes

“¿Por qué me está pasando esto?”

Puedes detenerte… y recordarte:

Estoy en el juego.

Y este es un nivel más.

No vine a resistirlo, vine a trascenderlo.

Y jugar no significa ser liviano.

Significa estar consciente.

Saber que tienes fichas.

Saber que hay contrincantes.

Pero sobre todo, saber que tú tienes algo que no pueden tocar:

tu vibración alta… cuando la eliges.

Y cuando tú vibras alto —desde el amor, la compasión, la claridad—

los contrincantes se desarman solos.

Porque ya no hay nada que puedan usar para bajarte.

Entonces, cada día al despertar, no digas “¿Qué va a pasar hoy?”

Dite a ti mismo/a

“Hoy voy a jugar.

Hoy voy a observar.

Hoy voy a elegir.

Hoy voy a sostener mi luz.”

Ese… es el verdadero juego.

Y ganarlo, no es vencer a nadie.

Es DESPERTAR no a ti si no a Dios dentro de ti.

Te abrazo

Nancy B.

Deja un comentario