La vejez, especialmente al llegar a los 80 años, es un viaje espiritual de desapego entre el alma y el cuerpo, donde se busca la paz y el regreso al origen. Este proceso representa serenidad y libertad interior, más allá de limitaciones físicas.
La vejez, especialmente al llegar a los 80 años, es un viaje espiritual de desapego entre el alma y el cuerpo, donde se busca la paz y el regreso al origen. Este proceso representa serenidad y libertad interior, más allá de limitaciones físicas.